Ensayo: Complicidad Patronal Militar
Por Orellana, Soledad Vanesa.
El 24 de marzo
de 1976, fue el inicio de un capítulo de horror que se vivió en la Argentina. Las fuerzas
Armadas encabezadas por Videla, toman el poder destituyendo a Isabel Perón,
generando así, un “Golpe de Estado” o también
llamado “Proceso de Reorganización Nacional”. Este “proceso” llevo adelante
una guerra sucia que violo masivamente los derechos humanos y causo la desaparición
de una decena de miles de personas.
Un aspecto
fundamental de esta historia es la complicidad entre grandes empresas y las
fuerzas armadas. Y aquí podemos presentar seis de los más resonantes casos de
complicidad entre el empresariado industrial y las fuerzas correspondientes:
- Acindar
- Astarsa
- Dálmine Siderca
- Ford
- Ledesma
- Mercedes Benz
De ahí viene
el término listas negras, en las que
el empresario exponía los nombres de obreros “problemáticos”, con importante participación
el sindicato, con mentalidad revolucionaria o simplemente el que reclamaba sus
derechos en el lugar de trabajo.
Los militares
llegaron abriéndose paso a punta de pistola, con el total consentimiento de las
fábricas. Las listas en la mano y en algunos casos usaban los carnets con foto
para identificarlos fácilmente. No les prohibían manifestar sus reclamos, pero
a partir de ese día, el que abogaba por el y/o sus compañeros tenía total
conocimiento de su futuro.
Para generar
temor en los obreros, las fuerzas secuestraban en el lugar de trabajo y lo hacían
totalmente evidente par que los demás puedan ver, y así escarmentar, ósea para
cerrarles la boca y que todos agachen la cabeza.
Victoria
Vasualdo expone en su artículo la confirmación de este suceso con los
testimonios de algunos de los trabajadores como el de Daniel Hagelin, quien fue
obrero de Ford durante la dictadura:
“Había una gran presencia militar adentro del predio,
de hecho el área de deportes, donde estaban las canchas de fútbol, tenis,
quinchos y vestuarios de los obreros, era el cuartel de los militares; los trabajadores
tenían vedado el acceso a ese sector. Pero además de eso nuestros comedores de
planta tenían un horario para que fueran a comer los militares destacados en el
lugar, incluso había chicos que hacían el servicio militar en la fábrica, como
si fuera una unidad más. No puedo decir que había un regimiento, pero había más
de cien personas afectadas, por lo menos una compañía militar había en la
fábrica, y no fabricando autos precisamente… No cumplían tareas de seguridad de
las instalaciones, de eso se ocupaba la propia empresa, sino que tenía la tarea
específica de represión. Los militares actuaban a pedido de la gerencia, que
tenía su voz cantante en un tal Galarraga, gerente de Relaciones Institucionales.
No podemos decir que los militares mandaban a los trabajadores, sino que
estaban para algún caso de reclamo salarial o reclamo gremial que se llevara
adelante. La dirección de la empresa era pro militar. Fue famosa la situación
que vivió la comisión interna que sufrió el golpe, que meses antes de la caída
del gobierno de Isabel tuvo una discusión con Galarraga, quien les dijo
textualmente: "Yo con ustedes no discuto más, y a partir de ahora denle
mis saludos a Camps". Nadie sabía quien era el tal Camps, quien luego del
golpe aparece como jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires, y llegó
a desaparecer a dos miembros de esa comisión directiva.”
Como muchos
obreros hacían reuniones clandestinas o simplemente comentarios con respecto a
sus derechos, los militares organizaron un servicio de inteligencia;
infiltrando así a otros trabajadores (muchas veces bajo amenaza) que exponían
todo lo que pasaba internamente.
La empresa
Ford Motors Argentina, fue uno de los casos mas evidentes, ya que muchos de los
testimonios declaran haber sido secuestrados en camionetas F100, que eran
proporcionas por la empresa a los militares.
Entre Marzo y
Mayo de 1976, hubo 25 delegados secuestrados de dicha fábrica. Todos pertenecían
a la comisión interna, que se encontraba conformada por 200 delegados, en una
planta con alrededor de 5000 obreros. La mitad de ellos fue secuestrada en sus
casas mientras que la otra mitad fue detenida directamente en la plata de
General Pacheco.
“Una de las
esposas de los secuestrados, Arcelia Luján de Portillo, indicó en su declaración
judicial que en su entrevista con un militar responsable de los secuestros, de
apellido Molinari, éste “sacó una lista en un papel tipo oficio con el logotipo
de Ford, manifestándome: “Acá están todos los nombres que nos dio la empresa
con los trabajadores que queríamos que chupáramos”. Es lo que expone Victoria
Vasualdo en el artículo “Complicidad patronal-militar en la última dictadura
argentina: los caso de Acindar, Astarsa, Dálmine Siderca, Ford, Ledesma y Mercedes
Benz.
En conclusión,
se puede considerar que muchos de los desaparecidos no tenían invención
sindical ni pretendían alterar el orden social o destruir la estabilidad política;
pero así y todo lo hubieran tenido, también tenían derecho a reclamar, a ser
tratados como personas a tener un juicio justo y no a la tortura hasta la
muerte como muchos de ellos. Por eso esperamos que esto no se vuelva a repetir
y decimos “nunca más”.
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